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King’s Cross

-Tengo que volver, ¿verdad?
-Si así lo quieres.
-¿Tengo elección?
-Oh, sí -Dumbledore le sonrió-. ¿Me has dicho que estábamos en King’s Cross, no? Creo que si decides no volver, podrás, digamos… tomar un tren.
-¿Y adónde me llevaría?
-Adelante -dijo Dumbledore simplemente.

Silencio de nuevo.

-Voldemort tiene la Varita de Saúco.
-Cierto. Voldemort tiene la Varita de Saúco.
-¿Pero usted quiere que vuelva?
-Creo -dijo Dumbledore- que si eliges volver, hay una posibilidad de que todo esto termine bien. No puedo prometerlo. Pero sé, Harry, que tienes menos miedo de volver aquí que él.

Harry miró de nuevo a la especie de criatura que temblaba y se ahogaba bajo la sombra de la distante silla.

-No compadezcas a los muertos, Harry. Compadece a los vivos, y sobre todo, a quienes viven sin amor. Pero volviendo al tema, puedo asegurate que se cosecharán menos almas, y se romperán menos familias. Si esa no te parece una meta que merezca la pena, digamos adiós al presente.

Harry asintió y suspiró. Abandonar ese lugar no sería ni de lejos tan duro como había sido entrar en el bosque, pero se estaba caliente y había luz y paz allí, y sabía que se dirigía de vuelta al miedo y al dolor de más pérdidas. Se puso en pie, y Dumbledore hizo lo mismo, y se miraron durante un largo momento a los ojos.

-Dígame una última cosa -dijo Harry-. ¿Es esto real? ¿O sólo está ocurriendo dentro de mi cabeza?

Dumbledore le sonrió ampliamente, y su voz sonó alta y fuerte en los oídos de Harry, a pesar de que la brillante niebla estaba descendiendo de nuevo, oscureciendo su figura.

-Por supuesto que está ocurriendo dentro de tu cabeza, Harry, pero, ¿acaso significa eso que no sea real?

Nox

Carry my soul into the night.
May the stars guide my way.
I glory in the sight,
As darkness takes the day.

Ferte in noctem animam meam
Illustre stellae viam meam.
Aspectu illo glorior
Dum capit nox diem.

Cantate vitae canticum
Sine dolore actae
Dicite eis quos amabam
Me numquam obliturum

Sing a song, a song of life
Lived without regret
Tell the ones, the ones I loved
I never will forget
Never will forget.

¡Ay! el tormento arraigado en el linaje,
el grito desgarrador de la muerte,
el golpe que rasga la vena,
la sangre que nadie restaña, la pena,
la maldición insoportable.

Pero hay un remedio en esta casa,
no fue de ella, no,
no venido de otros, sino de ellos mismos
en su pugna sangrienta. A vosotros clamamos,
oscuros dioses que habitáis bajo la tierra.

Escuchad con atención, dichosos poderes subterráneos,
responded, enviad ayuda.
Amparad a estos muchachos, concededles la victoria ya.